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usted. Podemos ir al Hotel Universal.
S, claro.
El doctor Ftaeml no pareca muy entusiasmado.
O tal vez preferira otra cosa?
He odo hablar de sus restaurantes con espectculo. Sera posible? O es...?
Un club nocturno? Greenberg reflexionó . S! El Club Cósmico. Su cocina
puede preparar cualquiera de los platos que sirven en el Hotel Universal.
Se disponan a marcharse cuando se abrió una puerta y un hombre delgado y moreno
asomó la cabeza por ella.
Oh, disclpeme. Crea que el seor Kiku estaba aqu.
Greenberg recordó de pronto que su jefe haba llamado a un matemtico relativista.
Un momento. Supongo que es usted el doctor Singh.
S.
Lo siento, pero el seor Kiku ha tenido que marcharse, dejndome a m en su lugar.
Los presentó y explicó el problema; Singh examinó el rollo de papel rargiliano e hizo un
signo de asentimiento.
Requerir cierto tiempo.
Puedo ayudarle en algo, doctor? preguntó Ftaeml.
No ser necesario. Sus notas son muy completas.
Una vez tranquilizados sobre aquel particular, Greenberg y Ftaeml se dirigieron hacia la
ciudad.
El espectculo del Club Cósmico inclua un malabarista, que deleitó a Ftaeml, y
coristas, que deleitaron a Greenberg. Ya era tarde cuando Greenberg dejó a Ftaeml en
una de las habitaciones especiales reservadas para los huspedes no humanos del
Departamento Espacial en el Hotel Universal. Greenberg bostezaba al descender en el
ascensor, pero decidió que la velada haba valido la pena en lo que se refera al
afianzamiento de las relaciones extranjeras.
A pesar de estar muy cansado, pasó por el Departamento. Ftaeml haba revelado una
cosa, durante la velada, que l creyó que su jefe deba saber, aquella misma noche, si
poda encontrarlo. Si no, tendra que dejarle una nota sobre su mesa. El rargiliano,
entusiasmado ante las proezas del malabarista, manifestó su pena porque tales cosas
pronto dejaran de existir.
Qu quiere decir? le preguntó Greenberg.
Cuando la poderosa Tierra sea volatilizada... empezó a decir el medusoide, pero
se interrumpió.
Greenberg trató de sonsacarle, pero el rargiliano insistió en que haba estado
bromeando.
Sergei se preguntó si aquello significara algo realmente. Pero el humor rargiliano sola
ser mucho ms sutil; por lo tanto, resolvió comunicrselo a Kiku lo antes posible. Tal vez
aquella extraa nave requiriera una descarga de frecuencias paralizadoras, una bomba
cascanueces y una dosis de vaco.
El guarda nocturno le detuvo a la puerta.
Seor Greenberg..., el subsecretario le busca desde hace media hora.
Dio las gracias al guarda y subió las escaleras de dos en dos. Encontró a Kiku inclinado
sobre la mesa de su despacho; la bandeja de entrada estaba abarrotada como siempre,
pero el subsecretario no le conceda ninguna atención. Levantó la mirada y dijo
calmosamente:
Buenas noches, Sergei. Mire esto.
Y le tendió un informe...
Era la traducción que Singh haba hecho de las notas de Ftaeml. Greenberg siguió las
coordenadas geocntricas inferiores e hizo una rpida suma.
Ms de novecientos aos luz! contestó . Y adems, en esa dirección. No me
extraa que jams nos hayamos encontrado. No son exactamente lo que se llama vecinos
de rellano, eh?
Eso ahora no importa le advirtió Kiku . Observe la fecha. Este cómputo sirve a los
hroshii para alegar cundo y dónde fueron visitados por una de nuestras naves.
Greenberg miró la fecha y sintió que se le helaba la sangre. Se dirigió a la mquina de
respuestas y empezó a registrar una pregunta.
No se moleste en hacerlo le dijo Kiku . Su recuerdo es exacto. El Rastro de
Fuego. En su segundo viaje.
El Rastro de Fuego... repitió Greenberg como alelado.
S. Nunca supimos qu ruta siguió y, por lo tanto, no podamos conjeturarlo. Pero
sabemos exactamente cundo fue all. Concuerda con este informe. Es una hipótesis
mucho ms sencilla que la de esas dos razas gemelas de que habla el doctor Ftaeml.
Desde luego. Miró a su jefe . Entonces... es Lummox.
S, es Lummox.
Pero es que no puede ser. No tiene manos. Es ms estpido que un conejo.
No, no puede ser. Pero es.
7.- De vuelta a casa
Cuando Lummox se cansó de estar en el depósito, hizo una brecha en la pared del
mismo procurando hacer el menor dao posible y se volvió a casa. Estaba harto de
discutir, as que poco le importaba que John Thomas le riera por haberse escapado.
Ignoró a las personas que armaban un gran escndalo a causa de su fuga, y se limitó a
tener cuidado de no pisar a nadie. Incluso cuando lo rociaron con aquellas malditas
mangueras, cerró los ojos y sus hileras de narices, y siguió su camino de regreso a casa.
John Thomas lo encontró por el camino, despus de que el jefe de polica, que se
hallaba en un estado rayano en el histerismo, fuera a buscarle. Se saludaron y se hicieron
toda clase de preguntas. Lummox hizo una silla para John Thomas y luego siguió
marchando con decisión hacia su casa.
El jefe Dreiser chillaba como un loco:
Obliga a dar la vuelta a ese bruto!
Hgalo usted le respondió sombramente Johnnie.
Esto te costar muy caro!
Pero qu he hecho?
T..., querrs decir qu no has hecho. Esa bestia se ha escapado y...
Yo ni siquiera estaba all sealó John Thomas, mientras Lummox segua andando
como si tal cosa.
S, pero... Eso no tiene nada que ver! Ahora est libre; tu obligación es ayudar a la
ley y lograr que lo encierren de nuevo. John Stuart, te vas a meter en un buen lo.
Francamente, no lo creo. Fue usted quien me lo quitó, quien hizo que le condenasen
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